Soy obeso, ¿Necesito operarme?
El sedentarismo y la mala alimentación son, desgraciadamente, problemas relacionados directamente con la sociedad moderna.
El pasarse horas y horas viendo la televisión y una ingesta inadecuada hace que haya aumentado desmesuradamente la cantidad de personas obesas en el mundo.
Pero, ¿cuándo se pasa del sobrepeso a la obesidad? ¿Cuál es el límite y en qué grado hay que actuar?
Por Beatriz G. Cabrera / EFE
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Se estima que uno tiene un problema de obesidad dependiendo de la altura, la complexión y la musculatura de cada persona.
Hay veces que la genética juega un papel importante. En el caso de la obesidad mórbida suele ser por este motivo. El catedrático de Fisiología de la Universidad de Granada (España), José Motaix, ha declarado que las personas predispuestas a padecer este problema tienen que realizar muchos sacrificios, y es muy difícil controlar el sobrepeso.
La cirugía para obesos, también llamada bariátrica, sólo se utiliza con los que tienen sobrepeso crónico. La operación es muy complicada y presenta graves riesgos.
Según David Flum, cirujano de la Universidad de Washington, un año después de la operación los pacientes tienen un alto riesgo de padecer desnutrición, infecciones y problemas de vesícula o intestino.
La intervención se basa en la reducción del estómago, y gracias a ella existe menos riesgo de padecer problemas cardiovasculares.
De todos modos, tras la operación hay que realizar otras de tipo estético, ya que al adelgazar
mucho en poco tiempo la piel se pliega y cae. Además es inevitable la aparición de estrías, a no ser que se tenga un cuidado especial y se sea muy regular a la hora de embadurnarse con cremas.
El número de operaciones para obesos aumenta
A pesar de las contraindicaciones, entre 1996 y 2002 aumentaron estas operaciones en siete veces, según la revista Archives of Sorgerin.
La causa de que se opte por esta drástica solución se encuentra en el padecimiento de depresión, hipertensión, reflujo- el contenido gástrico pasa al esófago-, asma y/o cálculo biliar- o piedras en la vesícula- en la gran mayoría de los afectados.
En Estados Unidos el riesgo de cáncer esofágico por el reflujo citado ha aumentado, según la Sociedad de Cirujanos Torácicos en San Diego (California).
Cada caso hay que estudiarlo detenidamente, ya que hay que saber si las soluciones de estos problemas son más importantes que los riesgos que se corren.
Aunque la operación sea el último recurso, poco a poco, van surgiendo técnicas que harán que los peligros sean menores.
Por ejemplo se está investigando sobre la operación a través de la boca para que no sea necesario abrir en una operación convencional.
Mientras se espera a que nos citen para la operación pueden tomarse algunas medidas que siempre serán positivas, como hacer deporte moderado o evitar el consumo de grasas saturadas.
Christopher Adams, experto en biología molecular, ha inventado un pulverizador nasal que evita que los alimentos sepan y huelan.
De esta manera el apetito se reducirá. No es la solución ideal, pero ayuda.
Hay que saber diferenciar entre un problema real de obesidad y el sobrepeso.
Cuando hay un exceso de “michelines” todo se puede arreglar evitando el sedentarismo y con una buena dieta, pero si la grasa impide que nos podamos mover con naturalidad o que empecemos a vislumbrar problemas del corazón, significa que existe un problema importante y puede ser motivo de operación.
Salvo en los casos en los en los que la genética sea la causante, hay que educar a los hijos desde pequeños a tener hábitos saludables para que no se llegue a esta situación.
Tener unos kilos de más no significa tener un problema, hay que saber discernir entre la enfermedad y la estética.
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